miércoles, 16 de enero de 2013

EN LAS OBRAS DEL ESTADIO, EL TIEMPO NOS DIO LA RAZÓN.

POR: LUIS HERNANDO MORENO   

PERIODISTA ACORD TARJETA 685

 

Los aficionados que asistieron a la inauguración del estadio, y a los partidos jugados hasta la fecha, han tenido opiniones diferentes con respecto a las obras. A unos les gustó la cancha. Otros consideran que fue plata malgastada, por la construcción de muros innecesarios en lugar de  tribunas. Además se preguntan: ¿Para qué  sirve el muro que atraviesa el potrero? Los  jugadores de las colonias visitantes expresaron su desilusión por la cancha muy chiquita. El 100/100 opina que tumbar la gradería, era  necesario, y primero.

 

En mi condición de periodista deportivo, y en honor a la verdad, quiero hacer un resumen, para conocimiento de la afición deportiva.

Desde mayo del 2011, cuando conocí el proyecto, de boca de Milton Suárez González, alcalde de ese entonces; hice todo lo posible para convencerlo de que era mucha plata, para tan poquitas obras, especialmente porque no era justo gastar miles de millones de pesos construyendo muros costosísimos,  cuando la necesidad era la de una buena cancha y confortables graderías.

Utilicé la radio para hacerle entrevistas, cartas con copia como testimonio y diálogos personales. Recuerdo que el mismo ingeniero que hizo el diseño; ante mis consejos contundentes, le recomendó hacer cambios en las cantidades de obra. A pesar de todas las sugerencias, Milton no hizo esos cambios.

 

Cuando iniciaron los trabajos, y me di cuenta que no cambiaron nada, no me quedó opción diferente a la de ejercer mi función de periodista.

Intenté por el lado de la gobernación, y como no fue posible conseguir una entrevista con el secretario de transporte e infraestructura del departamento, doctor Edgar Augusto Pedraza, le envié una carta bien motivada con todas las explicaciones del caso. Dialogué con el ingeniero Miguel Sarmiento, director de proyectos especiales de la gobernación, para que él le informara mis inquietudes. El ingeniero Sarmiento me dio la razón, pero el doctor Pedraza  no me dio respuesta. Esa opinión era muy importante, porque el doctor Pedraza y Milton Suárez, firmaron el convenio interadministrativo 001989 para el aporte de $ 2.569'812.364 pesos que se destinaron únicamente para los muros y  cubierta, sin pensar en cancha, ni graderías. Es decir, para jugar fútbol, nada.

 

Hablando con Milton Suárez, le insistí especialmente en dos cosas: arreglar la cancha, por ser lo esencial en el deporte del fútbol, y tumbar la tribuna, por el alto riesgo debido a su pésimo estado. El correr del tiempo me dio la razón: Para la cancha, el propio Milton solicitó una adición presupuestal. Entre Horacio Serpa y Richard Aguilar concedieron dos adiciones por mil doscientos millones de pesos. Así las cosas: el total para las obras del estadio superaron los tres mil setecientos paquetes de billetes de un millón de pesos cada uno.

Es mucha plata. Y… que tristeza: con esa inmensa cantidad de dinero, no construyeron tribunas nuevas; ni colocaron una gramilla suficiente.

De todos los estadios que conozco físicamente, más los que veo a través de la televisión o en fotografías; el único que está cercado por súper muros es el de Málaga. En todos los demás, el encerramiento lo  hacen con tribunas. Lamentablemente el proyecto no se socializó. Ese fue el gran error.  

Con seguridad: deportistas, árbitros, constructores,  ingenieros y educadores,   hubieran dado ideas para un buen diseño. Estoy convencido que se hubiese iniciado con la demolición de la tribuna  para arrancar de ceros.

Con el espacio sin escombros y buenos estudios de topografía; se hubiera diseñado una cancha más grande que la actual, y construido dos tribunas.     

Con respecto a la gradería vieja, ya el tiempo me dio la razón. Víctor Hugo Cuadros, de la firma interventora, explicó las razones por las cuáles no se podían adecuar los camerinos, ni colocar las sillas, señalando la necesidad de tumbar esas gradas, porque había comprobado el alto riesgo.

Afirmó que la tribuna está en ruinas, es necesaria la demolición cuanto antes. Fueron palabras textuales del interventor.

Yo ratifico que: eso era lo primordial. Necesario para lograr una buena obra. No se hizo, y a la vista está el resultado: Una cancha muy pequeñita.

 

No es la primera vez que escribo, para criticar el proyecto de esa primera etapa. Los invito a releer la edición 17 de  Chicamocha News que circuló en marzo de 2012. Escribía de todos los muros, camerinos, sillas, adornos, Etc.  

En la edición 19, circuló en mayo, con el tema de la adición presupuestal para la cancha, y cuando me enteré que era la misma firma contratista, dejé  esta constancia: ¿tan mala suerte tenemos los deportistas malagueños? 

Pues sí, de ese consorcio no podíamos esperar algo bueno y completo.

Solamente insultos cuando intentábamos mirar los trabajos. Otra cosa: Dejaron muy poca grama sintética después de las líneas laterales y finales.

  

Volviendo al tema de la gramilla; conozco bien las obras de la cancha Marte: tiene 105 metros de largo por 65 de ancho, más las zonas de traslado que van de muro a muro por todos los costados, sin dejar espacios con piedritas.

Total: 7.300 metros cuadrados de fibra sintética. La de Málaga tiene apenas 5.800 metros; una diferencia muy grande. Todo a favor de la firma contratista.

El 26 de diciembre pasado, por Arcoma televisión expliqué el porqué no estoy de acuerdo con la cancha tan pequeñita. Les comento las razones:

Corría el año 2001 cuando Málaga fútbol club participaba en el torneo nacional de la primera C. Fue expulsado porque no pudo jugar en Florencia. En mi condición de socio de la Acord, con el argumento de que era el primer W.O. solicité explicaciones a la Difútbol  La respuesta fue sencilla pero contundente: Los equipos no quieren jugar en Málaga porque la carretera es muy mala y la cancha demasiado chiquita.

 

Por esa razón, desde que se iniciaron los trabajos de la cancha, estuve pendiente de las medidas. Busqué apoyo en funcionarios de la alcaldía, concejales, árbitros, dirigentes deportivos, etc. A pesar de ese apoyo, no fue posible que los contratistas utilizaran todo el espacio disponible para que la cancha llegara a las medidas mínimas. Echaron  la culpa a los topógrafos y la dejaron con las medidas que tenía cuando nos sacaron de la primera C.          

 De otra parte, en todos los estadios, la grama va hasta la pista atlética donde la hay, o con una cantidad de metros suficientes en las zonas de traslado.     

Hago estos comentarios, porque no estoy satisfecho con ninguna de las obras del estadio, cuando se podía hacer algo grande, como aspirar a tener un equipo en el torneo nacional categoría sub 20 como ya se tuvo en el 2003.   

Todos los comentarios, con pruebas, respecto al estadio, los puedo demostrar. Me apoyo en los conceptos de compañeros de la Acord y la colaboración de Carlos Arturo Uribe, de Metálicas Santander.  

Son mis pensamientos por lo que pudo haber sido y no fue. Si hago críticas, es por el convencimiento de que, con tanto dinero podíamos tener algo mejor.

No soy conformista. Tres mil setecientos millones de pesos para unos muros, una cubierta sin tribuna y una cancha que no cumple con los reglamentos. 

Personalmente quería un moderno estadio de fútbol, para la juventud actual.  

Estampo mi firma con la promesa de que son mis últimos comentarios respecto a las obras del estadio. Quiero utilizar esta página de opinión y mi tiempo para cosas positivas. Espero que se corrija lo que se puede. Que se consigan recursos para tumbar  esas gradas y hacer una tribuna nueva.

Recomiendo hacer un mantenimiento permanente a la cancha, de acuerdo a las instrucciones de quienes la instalaron. De no hacerlo; puede ser de riesgo para los jugadores y su duración  no va a ser de muchos años.  

De ahora en adelante, vamos a dar  apoyo total a las personas que a partir de este momento van a dirigir el fútbol local.

Quiero que Málaga vuelva a tener equipos de fútbol, de igual o superior calidad a los que participaron en la primera C, en el campeonato nacional sub 20, y especialmente a los del siglo pasado.